Acaso como ninguna otra actividad del hombre en todos los tiempos, se combinan en la industria de la construcción las técnicas milenarias con innovaciones y hallazgos tecnológicos de orígenes muy diversos en los materiales de última hora
Todos saben que las últimas décadas aportaron, en materia de innovaciones y descubrimientos, más material para el asombro que lo conocido a lo largo de muchos siglos. Este es un dato de la realidad y a cada paso se verifica en los hechos esta permanente metamorfosis de la última etapa del siglo XX.
No ha sido diferente la situación en el campo de la construcción de edificios, pese a la tradicional tendencia conservadora de esta industria de industrias. En efecto, es sabido que los muros de ladrillos reconocen antecedentes babilónicos, y las cerámicas y los mosaicos tienen también milenarias raíces.
Sin embargo, tanto los materiales denominados clásicos como los de más reciente aparición han experimentado cambios sustanciales ya sea desde el punto de vista de su elaboración, sus componentes, su aplicación, sus nuevas propiedades como en las modalidades de su puesta en obra.
Nuevas aleaciones en el campo de los metales, gran evolución en la química de los polímeros y sus combinaciones, revolucionarias innovaciones en la fabricación de cerámicos, en las propiedades de vidrios y sus derivados, en materia de adhesivos, en el diseño y construcción de estructuras, en sistemas de prefabricación y montaje en seco, en iluminación artificial y en la aplicación de la informática en las etapas de cálculo, diseño y puesta en obra de materiales y sistemas constructivos.
Hasta aquí, el repertorio de soluciones y alternativas para enriquecer las posibilidades de la construcción de hoy está indudablemente enriquecido.
Pero hay además otros cambios que serían motivo de asombro para un constructor de otro tiempo. Uno de ellos se refiere a los lugares de exposición y venta de materiales y equipos para la construcción. ¿Dónde quedó aquella imagen del legendario corralón de materiales?
El mismo nombre de corralón sugiere un lugar silvestre y precario, se asocia con caballos y carruajes, con un tinglado y con estibas polvorientas. Y en efecto, así eran los establecimientos destinados a la venta de materiales para la construcción de edificios, lugares donde acudían los capataces y contratistas, pero nunca, o casi nunca, los clientes.
¿Cómo comparar esos locales sombríos y opacos con los luminosos y relucientes espacios donde hoy se muestran materiales y artefactos? Ahora, en franco contraste con la descripción del corralón, son las señoras quienes acuden complacidas para elegir revestimientos, artefactos y griferías.
Vendedores y vendedoras se deslizan por los salones, invitan con café a los clientes y responden preguntas mientras ofrecen muestras y folletos a todo color.
Además de esta evolución sorprendente en la fisonomía de los lugares de venta, hubo otra innovación en los últimos años: los centros de atención al cliente. Locales que no tienen como finalidad expresa la venta, sino la consolidación de una imagen empresaria y de servicio.
Aparte de una completa exhibición de los productos de la marca, se cuenta con un asesoramiento técnico integral, con la más amplia información técnica y toda la literatura vinculada con los materiales de la empresa, sus características y sus propiedades.
Hay una novedad más en este orden de ideas, la consagración de las unidades modelo como argumento de venta inmobiliaria. Ya no basta con planos y maquetas, por computarizadas que sean: ahora hay que mostrar los departamentos en escala natural, con sus materiales y sus artefactos, con su mobiliario y sus accesorios. Es una forma más de promocionar revestimientos, artefactos, accesorios y equipos al mostrarlos en acción a sus usuarios potenciales.
La industria de la construcción -una actividad multiplicadora por excelencia -atraviesa hoy un momento de transitorio estancamiento. Pero más allá de lo que puedan marcar los índices estadísticos, los constructores (y en esta categoría hay que incluir a arquitectos, ingenieros y empresarios) tienen eso que puede designarse como espíritu constructivo. Una modalidad vital que se expresa en realizaciones como Fematec, con su dinámica y su despliegue admirables, que revela esa tendencia expansiva en una época en apariencia negativa.
Y hay que subrayar en apariencia porque los ciclos de la construcción son más largos que los de otras industrias, y hoy se proyectan, o se inician, los edificios, los caminos o las represas que estarán en servicio dentro de uno o varios años, cuando las condiciones del mercado serán muy distintas y las demandas se situarán en la curva ascendente.
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Luis J. Grossman
No ha sido diferente la situación en el campo de la construcción de edificios, pese a la tradicional tendencia conservadora de esta industria de industrias. En efecto, es sabido que los muros de ladrillos reconocen antecedentes babilónicos, y las cerámicas y los mosaicos tienen también milenarias raíces.
Sin embargo, tanto los materiales denominados clásicos como los de más reciente aparición han experimentado cambios sustanciales ya sea desde el punto de vista de su elaboración, sus componentes, su aplicación, sus nuevas propiedades como en las modalidades de su puesta en obra.
Nuevas aleaciones en el campo de los metales, gran evolución en la química de los polímeros y sus combinaciones, revolucionarias innovaciones en la fabricación de cerámicos, en las propiedades de vidrios y sus derivados, en materia de adhesivos, en el diseño y construcción de estructuras, en sistemas de prefabricación y montaje en seco, en iluminación artificial y en la aplicación de la informática en las etapas de cálculo, diseño y puesta en obra de materiales y sistemas constructivos.
Hasta aquí, el repertorio de soluciones y alternativas para enriquecer las posibilidades de la construcción de hoy está indudablemente enriquecido.
Pero hay además otros cambios que serían motivo de asombro para un constructor de otro tiempo. Uno de ellos se refiere a los lugares de exposición y venta de materiales y equipos para la construcción. ¿Dónde quedó aquella imagen del legendario corralón de materiales?
El mismo nombre de corralón sugiere un lugar silvestre y precario, se asocia con caballos y carruajes, con un tinglado y con estibas polvorientas. Y en efecto, así eran los establecimientos destinados a la venta de materiales para la construcción de edificios, lugares donde acudían los capataces y contratistas, pero nunca, o casi nunca, los clientes.
¿Cómo comparar esos locales sombríos y opacos con los luminosos y relucientes espacios donde hoy se muestran materiales y artefactos? Ahora, en franco contraste con la descripción del corralón, son las señoras quienes acuden complacidas para elegir revestimientos, artefactos y griferías.
Vendedores y vendedoras se deslizan por los salones, invitan con café a los clientes y responden preguntas mientras ofrecen muestras y folletos a todo color.
Además de esta evolución sorprendente en la fisonomía de los lugares de venta, hubo otra innovación en los últimos años: los centros de atención al cliente. Locales que no tienen como finalidad expresa la venta, sino la consolidación de una imagen empresaria y de servicio.
Aparte de una completa exhibición de los productos de la marca, se cuenta con un asesoramiento técnico integral, con la más amplia información técnica y toda la literatura vinculada con los materiales de la empresa, sus características y sus propiedades.
Hay una novedad más en este orden de ideas, la consagración de las unidades modelo como argumento de venta inmobiliaria. Ya no basta con planos y maquetas, por computarizadas que sean: ahora hay que mostrar los departamentos en escala natural, con sus materiales y sus artefactos, con su mobiliario y sus accesorios. Es una forma más de promocionar revestimientos, artefactos, accesorios y equipos al mostrarlos en acción a sus usuarios potenciales.
La industria de la construcción -una actividad multiplicadora por excelencia -atraviesa hoy un momento de transitorio estancamiento. Pero más allá de lo que puedan marcar los índices estadísticos, los constructores (y en esta categoría hay que incluir a arquitectos, ingenieros y empresarios) tienen eso que puede designarse como espíritu constructivo. Una modalidad vital que se expresa en realizaciones como Fematec, con su dinámica y su despliegue admirables, que revela esa tendencia expansiva en una época en apariencia negativa.
Y hay que subrayar en apariencia porque los ciclos de la construcción son más largos que los de otras industrias, y hoy se proyectan, o se inician, los edificios, los caminos o las represas que estarán en servicio dentro de uno o varios años, cuando las condiciones del mercado serán muy distintas y las demandas se situarán en la curva ascendente.
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Luis J. Grossman